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Dedadera |
El aire estaba fresco, limpio, con ese aroma a romero y otras yerbas aromáticas, que solo se encuentra en las sierras del sur. El sol, perezoso pero sin exagerar, pintaba sombras alargadas entre los alcornoques y encinas mientras el camino avanzaba. El ritmo, como siempre, lo marcaba la charla: historias repetidas con gusto, bromas que nunca envejecen, y el sonido de las carcajadas rebotando entre los altos y barrancos.
La ruta fue exigente en tramos, pero conocida y disfrutada como se saborea un vino que ya sabes cómo es. Subidas que arrancaban jadeos pero también sonrisas, bajadas que devolvían la infancia a los cuerpos cansados, y paradas bajo el sol donde no faltó ni el buche de agua ni las anécdotas de otras salidas memorables.
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Escacena de Campo |
—Hasta la próxima, que no tarden mucho— dijo, sabiendo que, aunque el camino se separa, la rueda del compañerismo sigue girando.
Los cinco restantes continuamos rumbo a Castilleja, no sin echar un vistazo atrás mientras la figura de Pepín se alejaba cuesta arriba. No fue una despedida triste, sino una de esas pequeñas pausas que da la vida, sabiendo que habrá más rutas compartidas.
El resto del recorrido, apenas tres km. continuó con el mismo sabor de siempre: paisajes muy conocidos, las ultimas bromas —como cada vez— que las piernas ya no son las de antes, pero el ánimo sí.
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De dcha, a izq, Juan M, Muñoz, Pepín, Francis, JuanBa, Juan Manuel y Lutgardo |
Y con esa determinación que lo caracteriza, lo vimos alejarse hacia su destino.
Yo me pase a saludar a mi queridisimo tío Narciso, y a su mujer Delia, luego a mí no menos querida prima Dolores.
La jornada tocaba a su fin, pero no el viaje. Porque cada salida es parte de una historia que seguimos escribiendo juntos, a pedales, con sudor, risas y amistades que no entienden de edad ni de kilómetros.
Con las bicis apoyadas en la pared del bar La Pradera, el sudor aún fresco en la frente y una cerveza fría en la mano. Porque más allá del deporte, lo que nos une no es solo el pedaleo, sino la amistad, la risa compartida y el privilegio de seguir rodando juntos, un sábado más, por esos caminos de la vida que, como los de Paterna, a veces cuestan... pero siempre valen la pena.
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